La Luz en la Oscuridad: Diseñando el Universo Distópico de "El Ojo y el Muro"
- Ivahn Aguilar Naim
- Jul 21
- 6 min read
Por Ivahn Aguilar Naim, AMC.

Como director de fotografía, mi enfoque siempre ha sido buscar un sistema de imágenes que ayude a crear el concepto visual de una historia. En el caso de "El Ojo y el Muro", la visión del diseño de producción de la película de Javi del Cid me cautivó desde el primer momento. Esta película de ciencia ficción, ambientada en una ciudad post-apocalíptica amurallada, no es solo una exploración de la diferencia de clases y la migración; es un viaje visceral a través de la desesperación y la inquebrantable esperanza humana. Mi tarea era traducir esa visión en una experiencia visual que resonara con la audiencia. Debía crear un lenguaje visual que hiciera palpable la claustrofobia de vivir como fugitivo en tu propia ciudad, la tensión constante de saberse cazado, la fragilidad de la esperanza cuando el mundo se ha desmoronado.
La Metáfora Visual: Ratas, Moho y Noches Amenazantes
Desde las primeras conversaciones con Javi, la película evocaba imágenes potentes. Los personajes, marginados y escondidos entre los escombros fuera de la imponente muralla de la Ciudad Galván, me recordaban a ratas siendo cazadas, buscando una salida entre la basura y escombros. Esta metáfora se convirtió en un pilar fundamental para mi diseño de iluminación.

Con la fotografía, quería que la audiencia sintiera la opresión, la vulnerabilidad y la constante lucha por la supervivencia de nuestros protagonistas.
Cada locación se convirtió en un personaje más. Las paredes mohosas no eran decorado; eran la piel enferma de una civilización agonizante. Contrastar ese verde putrefacto con el amarillo cálido de las velas no fue una decisión meramente estética —era supervivencia emocional. En este mundo donde todo se descompone, la llama de una vela representa el último vestigio de humanidad.

Visualmente, el contraste y la textura era clave en esta historia. Las texturas añadidas en todas las locaciones, los textiles desgastados del hospital clandestino y los vestuarios con aplicaciones y accesorios a cargo de Isaac Castellanos, todo contribuyó a crear un universo visual auténtico y sombrío. Buscamos una paleta de colores ocre, desgastada y verdosa, que reflejara la decadencia del mundo exterior. Sin embargo, en medio de esta desolación, los lugares considerados "seguros" brillaban con la calidez de la luz de las velas, reforzada sutilmente por lámparas de tungsteno de 650watts y tubos Quasar a baterías en su temperatura más cálida. Esta dicotomía visual fue crucial para la narrativa, en la que nuestros personajes encuentran momentos emocionales en medio de la podredumbre.

La Esperanza en el Centro del Encuadre: Inspiración Caravaggiesca
Durante la pre producción, una idea se arraigó profundamente en mi: la noción de "la luz al final del túnel". Esta metáfora de la esperanza se convirtió en el sistema de imágenes y la motivación principal para gran parte de nuestras decisiones de iluminación. Verán, la mayoría de las escenas están iluminadas con la fuente de luz principal a cuadro, como si los personajes estuvieran constantemente avanzando. La historia se cuenta por medio de contornos, entre texturas y oscuridad. Esta técnica, aunque desafiante, nos permitió delinear a los personajes y mostrarlos desde su lado más oscuro, acentuando su vulnerabilidad y su resiliencia.

El reto era colocar esta fuente de luz en el centro de la composición, de manera que la luz misma se convirtiera en un personaje. Aquí, encontramos inspiración en los maestros de la pintura, como Georges de La Tour y Caravaggio, quienes magistralmente usaban fuentes de luz dentro de sus obras para crear drama y profundidad. Adoptar esta técnica, con un presupuesto limitado, fue un acto de creatividad con un poco de fe, y creo que logramos un efecto poderoso.

El tono azulado de la iluminación de noche, fueron logrado con una combinación de tonos verdes y azules. Esto no buscaba reflejar una noche pacífica, sino una noche amenazante, llena de podredumbre y la constante amenaza de los ejércitos de El Ojo que cazan a quienes rompen el toque de queda. Mi agradecimiento a Antonio Orozco, nuestro colorista, quien con su maestría logró refinar estas intenciones cromáticas, dándole a la película su atmósfera distintiva. Y, por supuesto, un reconocimiento especial a nuestro gaffer, Wong Reyes, quien con ingenio y dedicación materializó estas complejas configuraciones de iluminación en el set.

La Danza de la Cámara: Movimiento y Sensibilidad en Baja Iluminación
La naturaleza de la historia exigía una cámara en constante movimiento. Nuestros personajes se desplazan por largos tramos, y era primordial tener una cámara que pudiera acompañarlos con fluidez, ofreciendo estabilidad y la suavidad necesaria para subrayar sus emociones. Esto nos llevó a la decisión crucial de trabajar con la Sony Alpha 7S. Su chip Full Frame era, en el momento del rodaje, el más luminoso del mercado, una característica invaluable dadas las condiciones de baja iluminación de muchas de nuestras escenas. La capacidad del chip de la Sony para reproducir el color en estas condiciones, combinada con su peso ligero y facilidad de operación, nos permitió montarla en un pequeño gimbal con óptica Carl Zeiss muy luminosa. Esto fue sumamente importante para mí, ya que me dio la oportunidad de operar la cámara durante todo el rodaje, a menudo corriendo detrás o delante de los actores para capturar la energía cruda y el movimiento constante.

Esto me permitió participar de la historia como la persona más próxima a los personajes durante la acción y me acercó mucho más a la película.
Grabamos la imagen externamente a un monitor Shogun montado en el manubrio del gimbal, una solución práctica y efectiva para nuestro flujo de trabajo. Cinema 502 y Rafa Tres proporcinó de cámara y óptica. La imagen 4K resultó de excelente calidad con alto registro en las sombras y un movimiento de cámara ligero y fluido.
La Creatividad en la Limitación: El Ingenio Como Recurso Principal
"El Ojo y el Muro" fue, desde el principio, un proyecto con un presupuesto notablemente bajo. Sin embargo, - y esto puede sonar paradójico -, esa limitación nos brindó una libertad inesperada. A menudo, cuando se tienen muchas posibilidades técnicas, uno puede perderse buscando la "mejor" opción, y las dificultades técnicas y económicas resultantes pueden absorber la producción. Pero cuando el presupuesto es innegociable, es como salir a la guerra con recursos específicos: si se agotan, improvisas para sobrevivir en lugar de esperar refuerzos. Esta mentalidad activó nuestra creatividad de maneras que nunca hubiéramos anticipado.

La luz disponible se volvió parte principal de nuestros esquemas de iluminación.
No nos detuvimos a pensar en lo que no teníamos; en cambio, nos enfocamos en lo que sí teníamos y cómo podíamos maximizarlo. Recuerdo vívidamente el cuarto día de rodaje, cuando nuestra lámpara más grande se fundió. Nos quedamos con dos HMI Par 1200 de la marca Desisti, además de algunos tubos Quasar Science de primera generación y unos tungstenos pequeños.

Para el resto de la película, tuvimos que trabajar con lo que nos quedaba. Pero lejos de ser un contratiempo insuperable, esto nos obligó a ser aún más ingeniosos, a reinterpretar nuestras ideas originales y a encontrar soluciones innovadoras en el momento. Esta experiencia reforzó mi creencia de que la verdadera vocación reside en la capacidad de crear belleza y contar historias poderosas, sin importar las restricciones que se presenten.

Filmar en Guatemala y algunas partes de Chiquimula fue una experiencia inmensamente gratificante. Me siento honrado de haber sido parte de este proyecto y de haber colaborado con un equipo tan talentoso, liderado por la visión de Javi del Cid y su productora El Imaginatorio. La película es un testimonio de lo que se puede lograr con pasión, ingenio y una visión cinematográfica clara, incluso en las circunstancias más desafiantes. Espero que el público se sumerja en este mundo distópico y encuentre, como nosotros lo hicimos, la luz en la oscuridad.

Reflexiones en la Penumbra
"El Ojo y el Muro" me enseñó que la cinematografía más poderosa no nace de las especificaciones técnicas de tu equipo, sino de la profundidad de tu visión y tu capacidad para adaptarte cuando el plan original se desmorona. Cada obstáculo se convirtió en una invitación a innovar, cada limitación en una puerta hacia lo inesperado.
En una industria obsesionada con presupuestos millonarios y tecnología de última generación, esta película demuestra algo radical: que las historias más humanas y visualmente impactantes pueden emerger del ingenio puro, la colaboración auténtica y la pasión inquebrantable por contar historias que resuenen en el alma.
Al final del día, como nuestros personajes buscando desesperadamente esa luz al final del túnel, nosotros también encontramos nuestra propia iluminación. No en los reflectores más potentes o las cámaras más caras, sino en el proceso mismo de crear algo genuino con nuestras propias manos, en esos túneles reales de Guatemala donde la ficción y la realidad se fusionaron en cada toma.
La verdadera magia del cine ocurre cuando dejas de preocuparte por lo que no tienes y empiezas a explorar las posibilidades infinitas de lo que sí tienes. En esa oscuridad, encontramos nuestra luz.
"El Ojo y el Muro" se filmó en locaciones de Guatemala y Chiquimula. Dirigida por Javi del Cid, con cinematografía de Ivahn Aguilar Naim, diseño de producción Roberto González , corrección de color por Antonio Orozco y gaffer Wong Reyes.
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